Nabokov es famoso por sus argumentos complejos, sus inteligentes juegos de palabras y su uso de la aliteración. Obtuvo fama y notoriedad con su novela Lolita (1955), que trata de la pasión consumada de un hombre culto con una niña de doce años. Esta y sus otras novelas, especialmente Pálido fuego (1962) y, sobre todo, Ada o el ardor (1969), le proporcionaron un lugar entre los grandes novelistas del siglo XX.
La estatura de Nabokov como crítico literario se basa principalmente en su traducción y comentario en cuatro volúmenes del Eugenio Oneguin de Aleksandr Pushkin. El comentario termina con un apéndice titulado Notes on Prosody que es altamente valorado. La traducción de Nabokov fue el tema de una agria polémica con Edmund Wilson y otros críticos, al haber trasladado lo que era una novela en verso en una prosa no rimada.
Las Conferencias sobre literatura de Nabokov revelan también sus controvertidas ideas sobre el arte. Creía firmemente que las novelas no deberían buscar lo didáctico y que los lectores deberían buscar no sólo empatizar con los personajes sino una apreciación estética a través de la atención a los detalles de estilo y estructura. Nabokov detestaba las ideas habituales sobre novela; al hablar sobre el Ulises de Joyce, por ejemplo, insistía a sus alumnos en que tuviesen a mano un mapa de Dublín para seguir las peripecias de los personajes, antes que hablarles sobre la compleja historia irlandesa que muchos críticos creen ver como esencial para comprender la novela.
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